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El orden natural · MALU RIAZA

El orden natural · MALU RIAZA

EL ORDEN NATURAL

Desde hace tiempo sigo el trabajo de Malu Riaza, también su implicación en el
arte y las conexiones que, para ella, tiene con la vida; cada grabado es una parte
importante de su ser vital y creativo y, el conjunto de su obra, un friso existencial.
No es extraño que los títulos, meditadamente elegidos -“Deriva”, “Resquicios”,
“Superación”...- junto a los textos que acompañan su exposición, representen
esa imbricación entre la autora y sus aportaciones plásticas y emocionales, conformando
un mundo que, siendo íntimo, posee un carácter reflexivo y universal
que cala en el espectador.
Su dominio técnico se advierte en la capacidad de profundizar en las posibilidades
que ofrece el grabado calcográfico (aguafuerte, aguatinta, barniz blando,
manera negra…), en la rotundidad de las formas trasferidas a la plancha y en
la facilidad para obtener detalles y matices. La sobriedad cromática, reducida
prácticamente al blanco y negro, acentúa el carácter evocador de las formas
orgánicas, siempre ligadas a una naturaleza primigenia, amplificada e indefinida,
que intuimos se encuentra en lo más recóndito del mundo, en lo más profundo
de nuestro ser.
Los textos que acompañan la muestra, reflexiones de Paolo Santarcangeli, Cornelius
Castoriadis y J. Luis Borges, complementan una iconografía centrada en
la búsqueda personal, en un interés por desentrañar los misterios que esconde
nuestra existencia; y obras como “Fusión”, “Mutación”, “Escisión” o “Vínculo”,
subrayan una constante en su trabajo que la sitúan en el ámbito de lo trascendente,
de los aconteceres necesarios para la supervivencia. Recurre a una estética
inspirada en una naturaleza primigenia casi abstracta, que ahonda en sus
entrañas con preciso detallismo. Cada obra se convierte en una metáfora visual
en torno al hallazgo y el conocimiento necesarios para encontrar el camino que
de sentido a la existencia.
Las estampas de Malu Riaza estimulan la imaginación de quien las contempla,
son sugerentes, provocan sensaciones contradictorias y desencadenan, por la
energía que desprenden, preguntas ligadas a la vida, a los ciclos de la naturaleza
y sus metamorfosis; unas veces, mediante la fluidez de las formas, su indefinición
y expansión fuera del marco que las acoge, otras, a través de rotundos contrastes
en la superficie, en ocasiones ásperos y, en otras, suaves y aterciopelados; pero
es, especialmente en el encuentro entre las luces y las sombras donde está la
armonía, entre el blanco que se desprende del papel y el negro profundo que
llega hasta lo desconocido. Es en ese orden natural donde se halla la belleza.

                                                         Santiago Martínez, profesor y crítico de arte
 

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