Vicente Escudero: 125 años
Vicente Escudero: 125 años
VICENTE ESCUDERO O LA GENEROSIDAD
Estoy releyendo estos días el Diario íntimo. (1951-1965) del periodista César González Ruano, con prólogo de su aventajado discípulo Francisco Umbral, editado por Visor. Más de mil cien páginas que suelo leer en la cama, durante una hora al menos, para hacer sueño y, en este caso concreto, también para hacer brazo.
Ayer estaba por la página mil y pico cuando me sorprendió el diarista con la anotación correspondiente al 2 de abril de 1965, donde cuenta que asistió a un cóctel ofrecido en el Teatro Marquina para hacer la presentación del bailador vallisoletano Vicente Escudero, que ya tenía ochenta años. «Habla Carlos Muñoz, muy bien como faraute (portavoz) del Trascacho (de Barcelona). Después dice unas palabras Vicente. Está como nunca. Fantasma de sí mismo. Genial, agrio y excelente, intransigente, cariñoso con quien elige. (...) Vicente Escudero trabajará nueve días en el Marquina. Tiene ya ochenta años. Es una pura maravilla».
El Trascacho era una entidad literaria, muy afamada por sus tertulias y actividades, en cuya sede dio a conocer Vicente Escudero en 1951 su famoso Decálogo del baile flamenco.
Quien estuvo en la presentación del Marquina, Julio Fraile, me cuenta que el bailador hizo los siete días a teatro lleno y para el número de la siguiriya (que nunca se había bailado hasta que lo hizo él) el excelente pintor José Caballero pintó un decorado con una alegoría bellísima. ¡Caballero y Escudero! (parece que vamos a empezar un relato del Quijote) eran muy buenos amigos: el renombrado pintor y el renombrado bailador solían pintar juntos en el estudio madrileño del primero. Volviendo al baile por siguiriya, conviene recordar que fue creado por V.E. en el año 1940 junto al guitarrista Eugenio González y fue presentado en el Teatro Español de Madrid. Hasta aquel día, la siguiriya sólo se cantaba porque nadie se atrevía a hacer de ese cante un baile, pues su gravedad y seriedad, en opinión de Escudero, lo convierten en un baile litúrgico, casi teológico, pleno de espiritualidad.
Vicente Escudero a los ochenta años estaba todavía trabajando porque había agotado sus caudales, pues, aunque ganó mucho dinero, lo derrochó por culpa de su generosidad. Pero no lo dilapidó. Todo aquél que necesitaba algo, acudía a Vicente Escudero, quien siempre estaba dispuesto a dar. Carmita siguió su ejemplo quedándose a su lado cuidando de que el genio no perdiera su ingenio. La mutua presencia de ambos los convirtió en personajes casi bíblicos.
JOSÉ DELFÍN VAL
De la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid